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Solo el amor alumbra lo que perdura

Prometeo

Prometeo y el Arte de robar el Fuego
PROMETEO,
El Titán




¿Qué hay en la esencia del propósito uraniano y cuál es la naturale­za del dios? Empezaremos con Prometeo, porque, entre los astrólogos más entendidos, él es la figura que más a menudo se asocia con Urano. Todos deberían leer el pequeño libro de Rick Tarnas, titulado Prometheus the Awakener [Prometeo, el que nos hace despertar]. Resulta muy útil abordar a Urano mediante la exploración de esta figura. Si bien en el mito no hay ninguna historia que implique una conexión directa entre el dios celestial Ouranos y el Titán Prometeo, todos los Titanes (incluido Prome­teo) descienden de este dios.
Probablemente ya todos conocen en líneas generales el mito princi­pal de Prometeo. ¿Hay alguien que no? Bien, eso me evita tener que contar toda la historia. Pero podríamos enfocarnos, para mejor provecho, en ciertas características importantes. Antes que nada, deberíamos consi­derar su naturaleza titánica y lo que ella implica. Los Titanes no son dio­ses en el mismo sentido que los del Olimpo, como Zeus/Júpiter o Afrodita/ Venus. Los mitos, igual que los sueños, son sumamente precisos cuan­do describen algo. No son imprecisos ni descuidados ni ambiguos, aun­que evolucionan con el tiempo y cambian, ya que sufren adaptaciones por las necesidades de las distintas culturas a lo largo de la historia. Los mitos son muy específicos en la manera en que plantean las cosas, de modo que, si en un mito una figura divina es un Titán y no un dios olímpi­co, esto nos dice algo muy importante. Los Titanes son los hijos del cie­lo, pero son espíritus terrestres y están corporizados, porqu e su madre es Gaia, la Tierra.
Entonces, Prometeo en verdad no es un habitante del reino celes­tial. Tiene un espíritu uraniano, pero su cuerpo está hecho de tierra, y puede sufrir dolor, como siempre termina haciéndolo. Se podría decir que en cierto modo está conectado con el espíritu celestial o divino encarna­do; en otras palabras, con el costado de las aspiraciones o visiones de la naturaleza humana, contenidas en el mundo de la forma. De hecho, a Prometeo -cuyo nombre significa 'pre-visión'- se le adjudica la creación de los seres humanos, a quienes forma de arcilla, después de lo cual Atenea les insufla vida para animarlos.


Prometeo es un mago, un artista y un portador de cultura. Les ense­ña astrología, arquitectura y navegación a los seres humanos: de hecho, todo lo que involucre el conocimiento de cómo funciona el sistema cós­mico u holístico. Al respecto, es distinto de otros portadores de cultura que ofrecen artes u oficios muy específicos, como el tejido (don de Atenea). El conocimiento de Prometeo siempre incluye algo celestial o cósmico que se traslada a la forma terrena. Para la arquitectura se nece­sita entender de geometría, que, como todos los idealistas platónicos saben, tiene en última instancia una naturaleza cósmica; la astrología y la astronomía, obviamente, son aspectos del conocimiento cósmico. Debemos tener una amplia comprensión de todo el sistema para que estas artes y ciencias funcionen. Entonces, Prometeo es una especie de daimon inspirador. Es una fuerza dentro de la psique, que tiene acceso al cono­cimiento sobre el modo en que funciona el sistema cósmico y sabe cómo aplicarlo a los asuntos cotidianos de los seres humanos.
Lo más importante es que Prometeo roba el fuego cósmico y se lo entrega a los seres humanos, contra los deseos de Zeus. Este es un tema que ha fascinado a artistas y escritores a lo largo de los siglos. ¿Qué significa eso de robar el fuego? Si podemos comprenderlo, habremos aprehendido con qué se relaciona Urano en realidad. Rick Tarnas asocia al fuego de Prometeo con "la chispa creativa, el avance cultural y tecno­lógico, el aumento de la autonomía humana, el don liberador de los cielos, la iluminación repentina, el despertar intelectual y espiritual"2. Yo agrega­ría otra interpretación a esta lista: Prometeo les roba a los dioses el poten­cial de la conciencia. El fuego del que se apropia es solar, es la chispa divina de la inmortalidad, de la conciencia del yo, que existe dentro de cada ser humano. Es también el fuego de la imaginación y de la visión, a través del cual la divinidad solar y la creatividad individual se hacen conocer.

Greene, Liz, URANO EN LA CARTA NATAL.